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viernes, 4 de mayo de 2018

Pote o plomo

Portada de la revista El Jueves

POCAS cosas hay tan destructivas para un ecosistema como un concejal de Turismo ocioso. El último que lo ha demostrado es Pascual Díaz Hernández, que ocupa ese cargo en el pueblo almeriense de Carboneras y que consideró una buena idea pedirle varios vídeos a John Jairo Velásquez, alias Popeye, para promocionar, sus playas, sus fiestas y su marisco. ¿Y qué problema hay?, se preguntarán ustedes. Pues, que ese señor es uno de los sicarios más sanguinarios del cártel de Medellín, general de la mafia de Pablo Escobar y asesino confeso de 300 personas, por lo que ha estado 23 años en prisión.
La metedura de pata ha sido antológica, pero, como no hay mal que por bien no venga, el edil se ha defendido con el argumento de que, en solo tres días, 186.000 personas se han enterado “de las bondades de la gamba roja local”. La estrategia para promocionar este enclave es bastante peculiar y dio comienzo en 2003, cuando permitieron construir el hotel Algarrobico, con 400 habitaciones y 21 pisos rodeando una montaña pegada al mar junto a al parque natural del Cabo de Gata. El éxito de esta iniciativa también fue rotundo, ya que, sin gastar un duro, el nombre de Carboneras y su hotel pirámide llevan quince años llenando páginas de periódicos y alimentando programas. Como todo lo malo se pega, me pregunto si veremos algún día a un exmilitante de ETA sugiriendo en televisión: “Visita Euskadi, ¡joder! Por la cuenta que te tiene. Recuerda, pote o plomo”.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

sábado, 19 de marzo de 2016

Tutankamón revisitado

 Tutankamón, cámaras, turismo,

 Tutankamón, cámaras, turismo,

DICEN que no hay nada más asustadizo que un millón de euros, aunque creo que sí lo hay: un millón de turistas. En Egipto lo saben muy bien porque los han visto huir en bandadas densas, como los mirlos, cuando sonaron los primeros disparos de Kalashnikov hace unos meses. No sorprende, por tanto, que el Gobierno del país intente por todo los medios atraerlos de nuevo. Dado que el turismo es un tesoro, nada mejor que un tesoro para despertar su interés.

Ahí se enmarca el anuncio de que en la tumba de Tutankamón puede haber dos cámaras sin abrir. Se calcula que en el país del Nilo, el 30% de los tesoros siguen enterrados, que no ilocalizados, y son los organismos oficiales los que deciden cuál es el mejor momento para hacerlos públicos. Vamos, lo mismo que hace la OPEP con la producción de petróleo para controlar el precio.

La incógnita está en saber qué puede haber dentro de esas supuestas estancias secretas. ¿El cobro en negro del constructor de la tumba, el tocador de Sara Montiel o el escondite de Errejón, en paradero desconocido desde que Pablo Iglesias sacó la guadaña con nocturnidad para separar el grano de la paja? No lo sé. En Twitter, que es como Radio Patio en plan hipster, dicen que han encontrado dos plaquitas con símbolos jeroglíficos que ya han enviado a descifrar. Como ponga Caballeros y señoras se va a liar gorda. Por eso, espero con impaciencia el resultado.
Josetxu Rodríguez @caducahoy

sábado, 16 de enero de 2016

Euskadi como nunca antes lo habías visto. Las imágenes de


Stéphane Salerno es un fotógrado que conoce bien Iparralde. Este vídeo, realizado con sus fotos, nos deja sin respiración. Sus imágenes de Orduña, las Bárdenas o San Miguel de Aralar no son fáciles de olvidar. Juzguen ustedes.

https://youtu.be/3CAqVr07M-4

viernes, 7 de agosto de 2015

El WhatsApp, más dañino que el virus del ébola para el turismo con encanto

 columna Josetxu, WhatsApp, ébola, turismo, vacaciones,
columna Josetxu, WhatsApp, ébola, turismo, vacaciones,
 Dentro y fuera del agua la perspectiva cambia considereablemente

SE acabó el veraneo con encanto, la cala escondida, el pueblo tranquilo. Ha sido horrible. Horrible. Las vacaciones más penosas que recuerdo. Tuvimos que alquilar el último apartamento que quedaba, junto a los nuevos contenedores de reciclaje. Al lado, habían abierto un bar nocturno. Muy nocturno. Cerraba a las cuatro de la madrugada. Pese a que la zona es un parque natural, la playa se había llenado de motos de agua y de veleros. No nos quedó ni el consuelo de la cala a la que íbamos caminando por el acantilado. Habían hecho una pista de tierra y un parking en el que cobraban 5 euros. Ahora, estaba colonizada por familias que montaban cenadores de Ikea y llevaban botellas de butano para cocinar la paella, camas de tijera para la siesta y televisores para ver el Sálvame. 
Y la culpa de todo la tengo yo. Confieso que el año pasado envié las fotos de este paraíso a mi lista de amigos de WhatsApp. Unos veinte. Ellos hicieron lo mismo y tres días después las habían visto 72 millones de personas. Nunca me arrepentiré lo suficiente. No era consciente de que este programa se comporta como el virus del ébola y es más letal. Todo lo que toca muere de éxito. Se satura y colapsa. Ya sea un hotel, un restaurante o un parque natural. Difunde las fotos y lo matarás. 
He aprendido la lección y ahora solo envío imágenes de moscas en las mesas, papeleras rebosantes y medusas en la arena. Las pongo yo. Quizá así pueda reparar el daño infligido, aunque no lo creo.

josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 2 de agosto de 2013

Gorilas o grillos, esa es la cuestión




UNA de las frases que más ha dislocado mi trayectoria vacacional se la escuché a una pareja de recién casados que, agarrados de la mano, miraban abatidos el horizonte del Mar de la China. Yo chapoteaba junto a la orilla en un agua turbia, como un picatoste en medio de una sopa de verduras, cuando una medusa me abrasó el brazo con sus colgajos venenosos. Salí del agua maldiciendo y, al pasar junto a ellos, oí que la chica decía: "Echo de menos la playa de Gorliz...". 
Aquello fue una revelación y sentí que alguien había conseguido verbalizar uno de mis sentimientos más profundos. Estábamos a 16.000 kilómetros de casa, habíamos pasado 17 horas metidos en un avión y después atravesado la península malaya en autobús y, ahora, acababa de descubrir con lágrimas en los ojos que no era la única persona que en aquel lugar echaba de menos la playa de Gorliz. 
Desde entonces, el kilometraje de mis viajes se redujo drásticamente. Ahora veo a los demás cargados de folletos, haciendo encaje con las rutas aeronáuticas y poniéndose extrañas vacunas quizás más nocivas que las enfermedades que combaten y no siento ninguna envidia. 
Por ejemplo, mi amigo Luis, en ocasiones incapaz de localizar a su gata en el jardín, se va al Congo a rastrear gorilas por la selva ayudado por la señal GPS que envía un satélite. Espero que tenga suerte. Mientras tanto, yo perseguiré grillos por las campas cercanas y karramarros por el litoral y no necesitaré ni siquiera una brújula.
Por Josetxu Rodríguez

viernes, 30 de septiembre de 2011

Entra, mira, disfruta…








Se llama time-lapse a una serie de fotografías que se realizan con una cadencia determinada de segundo o minutos y posteriormente se unen. El resultado es una secuencia donde los acontecimientos suceden a una velocidad mucho más rápida de la normal. Aste Nagusia, el Guggenheim o Plentzia tienen otro aspecto con esta técnica.