viernes, 29 de junio de 2018

Ella, yo y las circustancias


MI hija dice que no me entiende. Lo comenta en uno de esos fugaces instantes en el que nuestras dos órbitas vitales se cruzan en el pasillo. Ella camino de la cama y yo recién desayunado. En cierto modo, soy el cometa Halley de su vida, ese con quien coincide cada 75 días aproximadamente. 
Está muy guapa con su pelo rojo, aunque creo recordar que la última vez lo tenía azul ¿o era verde? Me alegra comprobar que sigue viviendo en casa, lo que es un signo inequívoco de que nos tiene afecto y que le sigue gustando su habitación, ese búnker inexpugnable registrado como territorio inviolable por la Convención de Ginebra, con leyes propias y un estatuto libre asociado a nuestra vivienda. Además, tiene derecho a baño y cocina, aunque a esta última solo se acerca cuando huele a guiso o comida caliente. 
Recapitulo: dice mi hija que no me entiende. Y no sé por qué. Intento contactar con ella antes de que nos sumerjamos de nuevo en nuestros universos paralelos de hombre maduro y tardoadolescente. Cabe la posibilidad, incluso, de que la próxima vez que la vea se haya casado en Singapur por Internet o creado una comuna ciberpunk y vivan todos en su cuarto cocinando paellas veganas. Hace tiempo que tengo ganas de repetirle que la queremos, que es lo mejor que nos ha pasado en la vida y que siempre estaremos a su lado pese a que su generación se cargó mi derecho ancestral al huevo argumentando que los hijos siempre tienen prioridad. “Mira, cariño”, le digo. 
“¿Dónde?”, me contesta. 
“¿Dónde qué?”, le pregunto perplejo. 
“Que dónde quieres que mire, aita, es que no te entiendo”, exclama con un bostezo. 
Ya ven, nos comunicamos así. Tendré que intentarlo otro día, quizá después de que haya dormido algo.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

domingo, 24 de junio de 2018

Top retretes: no ca(i)gamos en la complacencia

No ca(i)gamos en la complacencia. Contamos con cuatro restaurantes vascos entre los 50 mejores del mundo, pero ¿cuántos retretes tenemos en ese ranking? Nadie lo sabe. Y me dan ganas de crear una aplicación de móvil para que los clientes puedan calificar la calidad del excusado. Tengo pensado hasta el nombre: Tripa-advisor. En ella podría votarse cada aseo con cacas de whatsApp hasta un máximo de cinco. Más de uno se sorprendería al ver que en algunos locales el número de estos iconos coincidiría con el de tenedores. 
Pasan por mi memoria algunos cubículos sin ventilación, malolientes y en donde la luz se enciende durante 15 segundos, lo que te obliga a hacer aspavientos para no romperte la crisma. Por no hablar de aquellos en los que no hay jabón ni papel y no te atreves a abrir el grifo sin guantes de gasolinera. O en los que la toalla está más sucia que tus manos, por lo que podrías entrar en un absurdo bucle lavado, secado, relavado hasta enloquecer.
Es verdad que parte de la culpa la tienen los clientes incívicos, pero también es cierto que algunos se convierten en eso al verse encerrados en esas letrinas con una apremiante necesidad. Como ven, dar respuesta a esta situación es todo un reto de futuro para los emprendedores vascos y una ventana de oportunidad que nos situaría en vanguardia por delante de los japoneses. Hasta podría crearse un clúster que agrupara al sector del lavabo, baño, tocador, váter, evacuatorio y mingitorio.
Quizá algún día, esos enormes grupos de turistas, llegados de todo el mundo para degustar las exquisiteces de nuestra gastronomía, peregrinarán también de local en local para satisfacer sus necesidades fisiológicas en un entorno limpio y confortable con la satisfacción que cualquiera se merece. Pónganse manos a la obra. Por favor.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 15 de junio de 2018

El chequeo

TOCA revisión y, como cada año, siento un pequeño cosquilleo en el estómago. Es lógico, la edad no perdona y no todo funciona como solía hacerlo. De hecho, noto que chirría alguna articulación, percibo una pequeña pérdida de líquidos, se escapan algunos gases que no cumplen la normativa y falta agilidad. Nada preocupante, pero lo suficiente para que el utilitario de mi suegro deba enfrentarse a la Inspección Técnica de Vehículos. 
Por eso, y dado que él no puede llevarlo, me ha estado aleccionando como a un neurocirujano que va a iniciar una operación donde la mínima distracción podría acabar en tragedia. “Tú tranquilo -me dice-, lleva las ventanillas bajadas, porque no se cierran del todo, y no aceleres mucho que se suelta el retrovisor derecho. Cuando te digan que frenes, acuérdate de hacerlo con los dos pies, que las pastillas andan un poco justas”.

Le digo que me lo apunte todo en una papel y, cuando me lo entrega, veo que no debo encender las luces hasta que me lo digan, porque un foco es estrábico y lo ha corregido con el cristal de una gafas viejas pegado con loctite y “si se recalienta podría arder”. También comenta que ha instalado una pera de goma junto al embrague que debo pisar para que salga el chorrito de agua del limpiaparabrisas. Que por lo demás todo está bien. Que, incluso, ha puesto varios filtros de cafetera en el tubo de escape para que no se note que le robaron el catalizador y diez baterías de móvil de refuerzo porque, en ocasiones, falla el arranque. 
Dada la situación y como no me gustaría pasar la noche en la comisaría, he optado un año más por no sacar el coche del garaje en donde acumula polvo desde hace años. A fin de cuentas, viaja en autobús y se marcha unos meses a Santa Pola. Loado sea Dios.
Josetxu Rodríguez

@caducahoy

viernes, 1 de junio de 2018

Pajitas no, gracias

Pajitas en una copa

LA prohibición de las pajitas anunciada por la Unión Europea ha sido acogida con preocupación por algunos sectores que temen pueda afectar a su ya precaria vida sexual. Deben estar tranquilos, la directiva no va contra ellos, sino dirigida al excesivo uso de utensilios plásticos, entre los que se encuentran también platos, cubiertos y bastoncillos, por el peligro que suponen para la naturaleza y que podría compararse al daño que ocasionan las tarjetas de crédito al ser humano. Sorprendentemente, estas no serán prohibidas. 
Los más alarmistas ya se ven limpiando la cera de los oídos del niño con las llaves del coche, pero no es del todo cierto, porque existen materiales alternativos y ecológicos que no tardan un siglo en degradarse. 
Dicho esto, aconsejaría a los tecnócratas de Bruselas que intentaran explicarse mejor y les recuerdo que, por mucho menos, el Reino Unido abandonará la UE. Es hora de que el reciclaje vaya solventando las deficiencias actuales. Por ejemplo, añadiendo contenedores de más colores para poder reutilizar también los recipientes que no son amarillos. 
Por lo demás, mi total apoyo al control de las bolsas donde nos meten la bandeja con los dos sobres de jamón cortado, cuyas lonchas, del espesor de dos átomos, están separada por sendas láminas de plástico considerablemente más gruesas. Compré una espátula láser para poder despegarlas y no sirvió de nada. Ahora, utilizo un pincel para extenderlas en el bocadillo. Y funciona.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy