sábado, 27 de octubre de 2018

Me gusta cuando planchas, porque estás como ausente


ME gusta cuando planchas, porque estás como ausente”, le dije. 
“Pues, como estoy ausente, saca tú la basura”, me contestó, clavando en mi pupila su pupila azul. 
“Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer, cuando el contenedor se llena, ¿sabes tú adónde va?”. No esperé su respuesta y esquivé como pude un cepillo volador. 
Más por complacer que por obedecer, me dirigí al armarito del fregadero. Al sacar la bolsa, pude observar que el desagüe goteaba y fui en busca de un poco de teflón. Y, mira por dónde, en la caja de herramientas encontré también cable de antena y un conector. Una grata sorpresa, porque llevamos desde septiembre viendo El roscoa través de una intensa nevada de interferencias. De los 26 canales de televisión, la mayoría se pierden por los agujeros de la vieja línea que baja del tejado. Necesitaba unas tijeras y recordé que había dejado las de podar en el jardín. Salí en su busca y, dado que amenazaba temporal, decidí meter al sótano la mesa y las sillas de madera. Al abrir la puerta, salió pitando un ratón. ¡Maldito roedor! Creo que tengo un cepo en alguna parte, pensé. Estuve un par de horas revolviendo sin localizarlo. Eso sí, encontré muchos tesoros olvidados: un casco de moto, un patín, un laboratorio fotográfico y un maletín con 6.000 tornillos y una tuerca. Pero lo que más ilusión me hizo fue una cinta de persiana, porque recordé que la ventana de la cocina necesitaba el cambio. Llevaba horas trajinando, y me senté un momento a tomar una cerveza. Así me encontró ella cuando entró cargada con la compra: junto a la bolsa de la basura y mirando por la ventana. El plock-plock de la gota de agua sonaba como el martillo de un juez. Visto para sentencia.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

sábado, 20 de octubre de 2018

Como monologuista, Casado no tiene precio



Pablo Casado

COMO monologuista, Pablo Casado no tiene precio. Solo necesita encontrar a un Faemino para convertirse en una pareja de éxito. O hacer un dúo con Albert Rivera y protagonizar un remake de “Tú a Génova y yo a California”. Como los crearon en la misma fábrica de Madelmans del Ibex 35, cuesta distinguirlos.
De pequeño tuve un muñeco de acción que se les parecía: joven, esbelto y con uniforme militar. Tenía una anilla atada a la espalda que, cuando tirabas de ella, soltaba una frase de forma aleatoria: “¡Todos al suelo!”, “¿Dónde va, bella señorita?”, “¡Santiago y cierra España!”, y cosas así. Parece que Aznar ha copiado la idea y le ha insertado un altavoz wifi. Ahora solo mueve los labios para soltar las incongruencias del expresidente, ya sea para denunciar que en Catalunya “hay armas de destrucción masiva” o asegurar que “todos los jóvenes son del PP, pero aún no lo saben”.
Hay quien piensa que, con las prisas, le han cargado mal el chip y está descontrolado. Puede que hasta le hayan instalado un doctorado de historia basado en el NO-DO, porque lo mismo afirma que España “descubrió un nuevo mundo” que define la Hispanidad como “la etapa más brillante del hombre junto al imperio romano”. Al paso que va, pronto nos explicará aquella teoría franquista de que Dios quería tanto a España que colocó la península justo en el centro de la Tierra, donde el cielo es azul, hay muchas gaviotas y no hace ni mucho frío ni mucho calor. Y que por eso hay tanta gente que quiera vivir aquí, empezando por los ingleses y acabando por los menas.
No sé si durará mucho en el PP o terminará cantando el cara al sol en un manicomio, pero lo que está claro es que, para mí, siempre tendrá un lugar de honor en el Club de la comedia.



Josetxu Rodríguez

@caducahoy

sábado, 13 de octubre de 2018

La policía no cabe en el troncomóvil

LOS cuerpos policiales están que no caben en sí de gozo porque les han comprado coche nuevo. El problema es que tampoco caben en el vehículo. La vasca ha mejorado tanto con los potitos, que vas a una oposición en Arkaute y la mitad de los presentados miden más de 1,80 metros y no entran por la puerta. 
Esto, que tiene muchas ventajas desde el punto de vista disuasorio, no lo es a la hora de acomodarse en un vehículo oficial con mampara de seguridad, porra, pistola y el resto del ajuar. No lo digo yo, lo dicen los sindicatos de la Policía Municipal de Bilbao y de la Ertzaintza, siempre muy quisquillosos con estos temas, y que ya se los imaginan patrullando en el tranvía, mientras los malos aparcan sus todoterrenos frente a las comisarías para darles envidia. 
Alguien me envió hace días una foto donde podía verse un Mercedes de los municipales de Bilbao con las piernas del acompañante asomando por la ventanilla. Seguro que es falsa, pero resume muy bien el problema. Hay quien dice que el interior de los vehículos los ha diseñado Ryanair y que van a subsanar el problema adjuntando un sidecar para el detenido. No me parece serio. El maletero está vacío y puede decorarse con algún futón de Ikea para la ocasión. Lo que no es lógico es que el arrestado vaya más cómodo que el agente, a fin de cuentas solo va a estar un rato allí. 
La polémica está en la calle y sorprende que no se hayan llevado a un par de buenos maderos para probar los troncomóviles antes de comprarlos, que es lo que se hace con los pies y los zapatos. Si envías a 31 ertzainas a ganar 81 medallas en los Juegos Europeos de Policías y Bomberos no puedes pretender después que quepan en un utilitario. ¿Sí o qué?
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy

sábado, 6 de octubre de 2018

Jubilados, ¡askatu!


LO tengo decidido. Cuando me jubile no se lo diré a nadie. Ni siquiera a mi empresa, porque tengo curiosidad de saber si se da cuenta. Tampoco a mi esposa, que es capaz de ponerme a pintar la casa de rosa palo. Seguiré los sabios consejos de los que tienen experiencia en esto del jubileo y que coinciden en afirmar que cuando más tiempo tienes, de menos tiempo disfrutas. Que si bricolages, que si papeleos, que si me puedes llevar la iguana al veterinario de paso que vas a manifestarte por las pensiones. Vamos, que debe suceder como con el queso emmental, que cuando más queso compras, más agujeros;y cuantos más agujeros, menos queso.

Por eso, cuando llegue el momento, cada mañana saldré de casa pitando con la taza de café en la mano como si tuviera que fichar y al doblar la esquina seré libre durante ocho horas. Vaya puntazo. Tendré que organizarme un poco, porque quiero recuperar el sueño perdido de los últimos 40 años. Creo que la facultad de Filosofía es perfecta para la hora de la siesta y en cuatro años me habré puesto al día. Por supuesto, renunciaré a todo tipo de actividades extravagantes, que todavía recuerdo cuando me apunté a zumba pensando que era boxeo. 
Por las mañanas, tumbado en alguna campa, haré un inventario de nubes, y cuando lo termine, sin prisa, pero sin pausa, estaré listo para anunciar que soy un jubilado y me pondré a disposición de la familia y la comunidad. Pero sin abusar, que veo a muchos pobres corriendo de un lado para otro trasegando niños y mochilitas y añorando los tiempos en los que trabajaban en las minas de La Arboleda. Nos ha costado mucho llegar hasta aquí para estropearlo al final. ¡Jubilados, askatu!

Josetxu Rodríguez

@caducahoy