domingo, 27 de agosto de 2017

Fotitos de gatitos

TRAS los atentados yihadistas en Barcelona, varios colectivos sugirieron cambiar las fotos de La Rambla por imágenes de gatitos. Estuve por proponerlo en la reunión de redacción, pero me contuve por dos razones: la primera, porque soy una persona adulta que ya sabe vestirse sola;y la segunda, porque soy periodista. De la vieja escuela, ya ven qué desgracia tengo.
Cuando trabajo me dirijo a un lector que compra el periódico o conecta con deia.com en demanda de información veraz, precisa y contrastada. Y que, por dura o desagradable que sea, le sirva para hacerse una idea real de los hechos y tomar decisiones que hagan de este mundo un lugar mejor. Sin eufemismos, sin sensiblerías, sin lemas teledirigidos. De lo contrario, me consideraría un traidor a generaciones de periodistas que han arriesgado su vida para meterse en lugares de los que todos querían salir.
Todo esto no se consigue con gatitos. Imagínense por un momento que las imágenes de los campos de concentración nazis se hubieran cambiado por fotos de perritos falderos. O las de los asesinatos de ETA por pintxos de bacalao. O el niño refugiado ahogado en una playa, por una moto de agua. ¿Su percepción sería la misma? ¿Actuarían igual sin haber visto las imágenes? Los periodistas estamos para fastidiarles la mañana a ustedes y a quienes nos prefieren indolentes y pusilánimes. Para ver gatitos ya está Facebook, donde todo es dulce y bonito, pero más falso que un selfi. Ustedes eligen.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

domingo, 6 de agosto de 2017

Neymar, pan y césped



Neymar no vale nada. Tan solo es un joven deportista capaz de mover con precisión una pelota. Una habilidad efímera y sin trascendencia salvo para aquellos a quienes les divierta el fútbol. Como el oro o las angulas, su valor es meramente especulativo. Hoy vale 222 millones de euros, mañana la mitad o el doble. Nada que ver con el deporte, son solo negocios. Una catarata de euros de dudosa procedencia que cambia de manos, de país y de color, ante la beatífica mirada de quienes tenían que regular este tráfico de capitales y aplauden desde los palcos de los estadios. La connivencia de las autoridades con el fútbol es solo comparable con la de los aficionados, que gritan pan y césped sin hacerse preguntas. 
La deuda de los clubes en el Estado ronda los 3.500 millones, un buen pellizco de ellos a Hacienda, y la fiesta sigue como si tal cosa. El París Saint Germain, protagonista de la opa sobre el jugador del Barcelona y colonizado por Catar, gasta más de lo que ingresa y campa a sus anchas rompiendo la banca. 
Y lo que más duele es el agravio comparativo con todos esos astros anónimos que intentan meterle un gol al cáncer, por solo poner un ejemplo, regateando el abandono y el anonimato. Con lo que se paga por Neymar podría hacerse una línea de billetes de 50 euros de 628 kilómetros. De ese tamaño es la obscenidad de la propuesta. 
Josetxu Rodríguez
@caducahoy