sábado, 20 de octubre de 2018

Como monologuista, Casado no tiene precio



Pablo Casado

COMO monologuista, Pablo Casado no tiene precio. Solo necesita encontrar a un Faemino para convertirse en una pareja de éxito. O hacer un dúo con Albert Rivera y protagonizar un remake de “Tú a Génova y yo a California”. Como los crearon en la misma fábrica de Madelmans del Ibex 35, cuesta distinguirlos.
De pequeño tuve un muñeco de acción que se les parecía: joven, esbelto y con uniforme militar. Tenía una anilla atada a la espalda que, cuando tirabas de ella, soltaba una frase de forma aleatoria: “¡Todos al suelo!”, “¿Dónde va, bella señorita?”, “¡Santiago y cierra España!”, y cosas así. Parece que Aznar ha copiado la idea y le ha insertado un altavoz wifi. Ahora solo mueve los labios para soltar las incongruencias del expresidente, ya sea para denunciar que en Catalunya “hay armas de destrucción masiva” o asegurar que “todos los jóvenes son del PP, pero aún no lo saben”.
Hay quien piensa que, con las prisas, le han cargado mal el chip y está descontrolado. Puede que hasta le hayan instalado un doctorado de historia basado en el NO-DO, porque lo mismo afirma que España “descubrió un nuevo mundo” que define la Hispanidad como “la etapa más brillante del hombre junto al imperio romano”. Al paso que va, pronto nos explicará aquella teoría franquista de que Dios quería tanto a España que colocó la península justo en el centro de la Tierra, donde el cielo es azul, hay muchas gaviotas y no hace ni mucho frío ni mucho calor. Y que por eso hay tanta gente que quiera vivir aquí, empezando por los ingleses y acabando por los menas.
No sé si durará mucho en el PP o terminará cantando el cara al sol en un manicomio, pero lo que está claro es que, para mí, siempre tendrá un lugar de honor en el Club de la comedia.



Josetxu Rodríguez

@caducahoy

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