Por eso, cuando llegue el momento, cada mañana saldré de casa pitando con la taza de café en la mano como si tuviera que fichar y al doblar la esquina seré libre durante ocho horas. Vaya puntazo. Tendré que organizarme un poco, porque quiero recuperar el sueño perdido de los últimos 40 años. Creo que la facultad de Filosofía es perfecta para la hora de la siesta y en cuatro años me habré puesto al día. Por supuesto, renunciaré a todo tipo de actividades extravagantes, que todavía recuerdo cuando me apunté a zumba pensando que era boxeo.
Por las mañanas, tumbado en alguna campa, haré un inventario de nubes, y cuando lo termine, sin prisa, pero sin pausa, estaré listo para anunciar que soy un jubilado y me pondré a disposición de la familia y la comunidad. Pero sin abusar, que veo a muchos pobres corriendo de un lado para otro trasegando niños y mochilitas y añorando los tiempos en los que trabajaban en las minas de La Arboleda. Nos ha costado mucho llegar hasta aquí para estropearlo al final. ¡Jubilados, askatu!
Josetxu Rodríguez
@caducahoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu participación...