miércoles, 14 de noviembre de 2018

El estado del bienestar provoca malestar


“Aunque no soy franquista, me dan ganas de hacerme francotiradora”. Sentado en el autobús escuchaba la conversación porque no me quedaba otro remedio. La señora se indignaba según desgranaba los agravios sufridos en los últimos tiempos.
“¿Te acuerdas cuando se te olvidaban las llaves en casa y llamabas a los bomberos? A los cinco minutos tenías en la puerta un camión lleno de titanes que te metían en casa a la silla de la reina. Ahora lo que te meten es un sablazo que tienes que vender el piso para pagar la salida. Lo mismo con las ambulancias. El martes perdí el autobús y solicité una para que me llevara al médico a recoger una recetas. Pues van y me sueltan que coja un taxi. A mí. ¡A una enferma! Si todos los años antes de irme a Benidorm me presentaba en urgencias a que me hicieran un reconocimiento completo con escáner para poder pasar el verano tranquila. Hasta me regalaban toallas y medicinas para el perro. Qué triste, la verdad”.

“Dentro de poco -replicó su acompañante- no solo nos cobrarán el impuesto de hipotecas, sino también el de hipotenusas, ya verás. El día de las nevadas, mi nieto se fue en mangas de camisa a correr al monte hasta que quedó hundido en la nieve. Hizo lo que hace todo el mundo, llamar a los helicópteros para que le llevaran a casa. Pues los tíos llegaron cuando casi se le habían congelado los huevecillos. ¡Y con la factura en la mano! ¡Qué sinvergüenzas! Pensar en el dinero cuando estás en medio de una desgracia. Menos mal que en una clínica de fertilización in vitrocerámicas le compraron los espermatozoides congelados. De no ser así, tendría que haberse puesto a atracar bancos también los fines de semana para sobrevivir dignamente”.

“El estado del bienestar se va a la mierda. Te lo digo yo, que para estas cosas tengo mucho olfato”, sentenció ella con un toque de nostalgia.

@caducahoy

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