COMENZAMOS hablando de los alimentos
transgénicos, de la carne de cerdo fosforescente y de los rodaballos de
granja que saben a carne de pollo alimentado con harina de pescado. Acto
seguido, el tema derivó hacia la superexplotación de los animales y la
posibilidad apuntada en televisión de crear vacas sin patas para que no
derrochen energías en caminar y se dediquen exclusivamente a producir
leche.
Alguien explicó el caso de las gallinas, que se pasan la vida en
una jaula de 40 centímetros cuadrados, con luz 20 horas diarias para que
pongan más huevos. Al llegar a este punto, uno dijo que últimamente
había notado que los fines de semana duraban muy poco.
Se formaron dos
bandos: los que le daban la razón y los que discrepaban señalando que
eran los días de labor los que cada vez eran más largos. Ambos grupos
coincidían, no obstante, en la impresión de que cada año tenía menos
días de fiesta. El más leído trajo a colación el caso de ese satélite
ruso que iba a desplegar un espejo gigante para dar más horas de luz a
Siberia y aseguró que en Europa lleva años funcionando y que por eso los
días de labor son más largos y las noches más cortas y que él cada vez
estaba más cansado y que terminaríamos todos sin piernas en un jaula de
medio metro con un ordenador delante.
La verdad es que no supimos qué
decirle, entre otras cosas porque el fin de semana se acabó de repente.
Nos dio la impresión de que dos horas antes de lo previsto.
Por Josetxu Rodríguez
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