TIENE Dios pelo en el pubis? Si damos
por válida la teoría creacionista, seguro que sí, ya que nos hizo a su
imagen y semejanza. Por tanto, los mechones son un regalo que deberíamos
mostrar con orgullo y del que carecen otros mamíferos, algunos más
inteligentes que nosotros y menos dañinos. Pese a ello, observo con
asombro, normalmente en páginas web poco recomendables que visito
exclusivamente con afán científico, que el vello está en retroceso como
los hielos de la Antártida y la sanidad púbica y pública. Y no solo en
las mujeres contorsionistas de esas películas, sino también en sus
compañeros de acrobacias, antaño osotes peludos y hoy escurridizos
autómatas cuya piel se asemeja a la de Ken, el barbilampiño novio de la
Barbie que tanto dio que hablar por esta razón.
Tras décadas de
bombardeo con anuncios de crecepelo, que asociaron la calvicie con la
enfermedad o la malicia -pobre Fantomas-, no me explico cómo las
multinacionales de la cosmética han conseguido convencernos de que nos
rasuremos completamente el cuerpo para deslumbrar a las mujeres. Algo
totalmente equivocado.
Si por algo nos envidiaban no era por nuestra
fuerza congénita, inteligencia innata y varonil porte, sino porque no
teníamos que depilarnos. He llegado a pensar que han sido ellas las que
han impulsado esta tendencia para que experimentemos en carne propia su
sufrimiento de siglos y la abandonemos para siempre gritando juntos:
¡Donde hay pelo hay alegría! Que lo apunten los del 15-M.
Josetxu Rodríguez
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