viernes, 8 de agosto de 2014
Una generación bombardeada en Gaza
SI se ha levantado esta mañana y todos los miembros de su familia siguen vivos, las casas en las que habitan están en pie y ha podido calentar el café porque el agua y la electricidad llegan a su domicilio con normalidad puede sentirse afortunado. Si viviera en Gaza, a estas alturas su hijo de siete años sería un veterano de guerra, un superviviente nato. En esa franja codiciada por Israel, a su corta edad habría soportado tres ofensivas militares. En la de 2008-2009, denominada Plomo fundido, murieron, según datos de Unicef, 350 menores de edad. En la presente, Margen protector, superan ya los 400 y 2.500 heridos, muchos de ellos con terribles amputaciones. El balance de daños físicos pone de por sí los pelos de punta, pero no olvidemos el daño psicológico. Unicef considera que 373.000 necesitarán ayuda de terapeutas para superar la muerte ante sus ojos de sus padres, hermanos y abuelos, la desaparición de sus amigos y vecinos, la destrucción de sus viviendas, de sus escuelas, de los hospitales...
En Euskadi sabemos mucho sobre el odio que se hereda tras la muerte violenta de un ser querido. Estremece pensar qué puede ocurrir si toda una generación que ha crecido entre metralla, sangre y hormigón, sin opciones vitales y nada que perder, decide empuñar las armas. El portavoz de la Agencia para los refugiados palestinos de la ONU se echó a llorar en directo mientras le entrevistaban en televisión: presentía el futuro.
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