miércoles, 30 de enero de 2013

Mi frutero está perdido en una paradoja temporal


Mi frutero es un hombre de su tiempo. ¿Qué consecuencias tiene esto a nivel práctico? Para sus clientes muchas, porque hace un mes que todos retrasamos los relojes, pero el suyo, que preside el establecimiento, sigue adelantado, como en verano. Le pregunto si ese horario le sienta mejor a él o si lo hace para no alterar los biorritmos hortofrutícolas, ya de por sí perturbados por el frenesí de Mercabilbao. Y dice que no, que no corrige el error porque se encuentra inmerso en una paradoja espacio-temporal que le impide actuar, ya que haga lo que haga causará un daño, quién sabe si irreparable, a alguna de sus clientas.
La primera semana se le olvidó cambiar la hora, y las que se fijaban en el reloj insumiso, abandonaban la compra y salían disparadas pensando que llegaban tarde a recoger a los niños, que perdían el turno en la peluquería o que la olla habría estallado y provocado en el barrio una lluvia de garbanzos humeantes. Un rato después, regresaban aliviadas porque nada de eso había ocurrido. 

Ahora, el frutero teme que si lo actualiza sin alertar a todas y cada una de ellas, esos desastres podrían materializarse. Como solución, piensa colgar otro cronómetro con la hora oficial para que cada cliente elija la que le conviene. En este punto le sugiero que pruebe a quitarle las pilas. Un reloj parado no da problemas y marca la hora exacta dos veces al día. Se lo está pensando.
Josetxu Rodríguez

2 comentarios:

  1. Mi mujer, mejor dicho la mujer con la que comparto mi vida, o mejor aún, la mujer que se ha quedado con la mayor parte de mi vida, tiene un reloj de esos.
    Ella entra a trabajar a los ocho de la mañana, se levantaba a las siete, cogía el metro a las ocho menos cuarto para llegar a las ocho al curro. Bueno, pues se quejaba de que perdía el metro, no se como se puede perder un tren que pasa cada cuatro minutos, pues ella lo perdía y llegaba al trabajo a las ocho y cinco.
    Hace un par de meses adelantó el despertador 5 minutos, para no perder el metro, que pasa cada cuatro, y así llegar a las ocho al trabajo, bueno pues lo seguía perdiendo y seguía llegando a las ocho y cinco al curro. Será cosa de la curvatura del universo o de la ralla de rímel, el caso es que seguía perdiendo el metro.
    La semana pasada ha vuento a adelantar otros cinco minutos el despertador, y efectivamente, sigue perdiendo el metro y llegando a trabajar a las ocho y cinco.
    ¿Hasta cuando va a durar esto?
    Digo yo, que si adelanta venticuatro horas el reloj seguirá llegando tarde al trabajo ¿o, no?
    Mikeloto.

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  2. ¿Y no sería mejor que atrasara el reloj del curro 5 minutos?

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