¿Para cuándo un monumento al paraguas desconocido??

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Ella nunca lo haría. (foto Pizpiruto)

UN sacrificio anónimo y una muestra de generosidad sin límites. En los últimos días, centenares de paraguas perecieron en Euskadi en el desempeño de su labor y en un vano intento de proteger a sus dueños de la lluvia y el viento racheado. Descuajaringados, como arañas muertas, sus débiles cuerpos rodeaban las papeleras de este lluvioso país. Solo la vocación de servicio de estos objetos entrañables les permite sobreponerse a la ingratitud de sus dueños que, tras meses o años de servicio fiel y desinteresado, los abandonan heridos o desmembrados en cuanto pierden el desigual combate contra las inclemencias del tiempo.

La Declaración Universal de los Derechos de las Cosas, que ya en su día elaborara, tramitara y aprobara por unanimidad, con un solo voto (el suyo), mi querido amigo Nicola Lococo, prohíbe taxativamente estas crueles prácticas indignas de cualquier vasco sensible.

A la espera de un lugar donde puedan ser acogidos, reparados y adoptados de nuevo, propongo desde esta humilde tribuna la construcción de un Monumento al paraguas desconocido, fiel acompañante de todo aquel que se considere bilbaino allá donde se encuentre, ya sea en ardientes desiertos o empapadas junglas.

Asimismo, sugiero la inclusión en la asignatura de Ética, del estudio y desarrollo de los Derechos de las Objetos, que como adelantado a su tiempo, impulsa el gran cronopio Lococo. Al fin y al cabo, hay cosas que se merecen un respeto.

Josetxu Rodríguez