viernes, 27 de abril de 2018

Jubilaciones y listas de espera

Jubilaciones y listas de espera
L’Hospice residencia de ancianos para superhéroes. Creados por el artista francés Gilles Barbier.

VISTO de lo que son capaces algunos para plantar una sombrilla en primera línea de la playa de Plen-tzia, no quiero ni pensar con qué afán lucharán por conseguir la cama de un quirófano para una operación de cadera. Por eso, ahora que veo la jubilación en lontananza, estoy pidiendo citas en todo tipo de especialistas para que vaya corriendo la lista de espera y tener el tratamiento asegurado cuando me llegue el achaque. Y si no me llega, ya la revenderé en el mercado negro o la cambiaré por algo en Wallapop. No es tarea fácil, porque los facultativos se niegan a prescribir a diez o doce años vista. Ya ve usted qué prurito profesional más incomprensible. Como si lo pagaran ellos, oiga. 
En mi caso, aproveché un día que estaba pasando consulta el suplente del auxiliar del interino de mi médico de cabecera, que estaba de baja por estrés postraumático tras una avalancha de pacientes en busca de sintrón. Al sustituto le tuve que dejar beodo con una anestesia para gatos que le robé al veterinario. Solo así conseguí que me firmara veinte volantes para otros tantos especialistas. Algo variado, porque hay órganos que no sabía ni que existían y que deben aparecer en el cuerpo en la tercera edad: como la próstata, la vejiga y otros de difícil nombre. Todos ellos instalados con la obsolescencia programada, por supuesto. Malditas corporaciones, son capaces de todo para cobrarnos un riñón.
Josetxu Rodríguez
@caduchaoy

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