martes, 24 de abril de 2018

Cervezas y peluquerías

Peinados raros

AÑORO aquel tiempo en el que la vida era sencilla como un puzle de dos piezas. Tanto es así que entrabas a un bar, pedías una cerveza y solo te preguntaban si fría o del tiempo. ¡Qué gozada, oiga! La última vez que quise tomar una, el camarero me hizo un examen sobre lúpulos, cebadas y levaduras que debí suspender, porque se negó a servirme por ignorante. Ahora llevo una lata en la mochila porque me niego a cursar un máster para quitar la sed. 
No es el único caso en el que la variedad de opciones se ha disparado hasta el infinito. Ocurre lo mismo con el corte de pelo. Yo me sentaba en el sillón y hablaba del tiempo con el peluquero. Él sabía lo que tenía que hacer. Como los cirujanos. ¿O le preguntan al enfermo en el quirófano cómo quieren que le operen? Claro está que los hombres solo teníamos cuatro cortes posibles: raya a la izquierda, a la derecha, pelopincho o rapado. Y cuatro tintes naturales: morenos, rubios, pelirrojos y canosos. Eso se acabó.
 Bueno, en realidad no, porque, ante la incapacidad de decidirse, ahora puedes tenerlo todo a la vez y llevar una coleta pelirroja detrás de la oreja, la nuca rapada, un mechón blanco en todo lo alto y media melena morena con el flequillo rubio. Esa es la razón por la que mucha gente va espantando pájaros por la calle y por la que las clínicas de reposo están abarrotadas de peluqueros. Así nos luce el pelo.
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy


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