viernes, 23 de febrero de 2018

Forges era de todos. Para siempre.


A Forges le llamaba para pedirle favores: Antonio, que el Athletic va a la final. Y él, athleticzale de nacimiento, nos enviaba una genialidad “a cambio de que saludéis a San Mamés” en la Misericordia. 
Siempre estaba disponible para las causas perdidas. Incluso para defender aquel suplemento satírico que publicamos en DEIA durante varios años con el nombre de Caduca HOY y que tantos disgustos y satisfacciones nos dio. Antonio, le comentaba, que hemos hecho un chiste tan bueno sobre el rey que nos van a juzgar en la Audiencia Nacional. Y nos hacía una viñeta solidaria. Tiempo después, coincidimos en unas jornadas de la Cátedra de Humor de la Universidad de Alcalá de Henares y le regalé los dos libros recopilatorios del suplemento. Para mi sorpresa, confesó que ya los tenía y que su mujer, Pilar, se los llevaba a clase “como un vademecum”, para despertar a los alumnos cada 20 minutos leyéndoles alguno de los textos. “A ver si aprendes de Josetxu, suele decirme”. Así era Forges, tan generoso como guasón. Por eso, siento la pérdida como algo propio. Como ustedes, imagino. Al fin y al cabo, todos sin excepción nos hemos reído con él de nosotros mismos: periodistas, abogadas, blasillos, doctoras o politiquillos de cuarto y mitad. Sus viñetas de funcionarios eran míticas y los bedeles del Ministerio de Economía las fotocopiaban para dejar una en cada mesa. Eran otros tiempos. Antonio se ha ido antes de ver al país convertido en paisanaje. Es lo único que me consuela. 


 Agur, maestro



Josetxu Rodríguez
@caducahoy

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