miércoles, 13 de enero de 2016

Mi pulsera inteligente es una psicópata


ALGUIEN que me odia moderadamente me regaló una de esas pulseras inteligentes que te monitorizan como si fueras un astronauta y envían todos los datos al móvil para que ejercites el complejo de culpa, te deprimas desde primera hora y sufras por tu tendencia al hedonismo. 
Poco después ya estaba enviando información como una posesa, hasta tal punto que me sentía esposado a una mezcla de capataz, entrenador de los marines y pareja psicópata en comisión de servicios. Encendía el smartphone y había una docena de mensajes recriminatorios. Que solo había dormido cuatro horas profundamente y que el resto había sido un sueño superficial porque ronco. “Yo no ronco”, le contesté de viva voz. “Sí roncas”, dijo ella haciendo que sonaran mis rugidos guturales en el celular. “¡Pues tú vibras!”, le grité. 
Pero ella siguió a lo suyo, que me faltaban 1.465 pasos para culminar mi actividad, que notaba una taquicardia, que había llegado tarde a la oficina y no había felicitado el cumpleaños al fontanero que me arregló el baño. 
La tiré a la ría dos horas después. Pero la jodida flota y recaló en las escaleras de Uribitarte con mi número de teléfono en la pantalla y una denuncia por homicidio digital en grado de tentativa. Me la devolvieron con una seria amonestación policial. Mañana la pegaré con cinta americana a un raíl del metro. Envuelta en papel albal, eso sí, para que no lo vea venir y paralice la línea 2. Esta es capaz.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

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