El difícil arte de elegir algo artístico para el portal
AHORA que Bilbao brilla con
los grafitis de Basquiat y la tómbola de Jeff Kooms, cima y sima del
arte, los vecinos hemos decidido decorar el portal con alguna obra
plástica de mediano formato. La asamblea dio su apoyo total, pero poco
más. Es lo que pasa con los grandes proyectos, que se estropean con la
letra pequeña y se acaba a boinazos.

Alguien, amante del realismo
cinegético, planteó comprar el cuadro del ciervo perseguido por los
perros, pero la del 5º le llamó asesino y propuso como alternativa el
arte vegano de un bodegón con alcachofas. Como no hubo acuerdo, el
portero ofreció una marina que había pintado su sobrino, un embrión de
artista que sufrió un aborto, a juzgar por la obra. Al primer vistazo
parecía Plentzia, pero, si te fijabas, era la charca tóxica de
Aznalcóllar con sus aguas grises, rojizas y verdosas. El portero le
defendió diciendo que era el crepúsculo de un día gris con mar de fondo y
algas en suspensión, pero nadie le creyó. Tomaron la palabra los
partidarios del arte minimal, que sugirieron una pequeña intervención:
quitar las telarañas del techo. Y los cubistas, por su parte, plantearon
una instalación para colgar las fregonas. Se les ignoró. Al final,
pusimos un póster de Ikea con una vista de Fjälkinge, cerca de
Lövbacken, que desapareció a los pocos días. En mi opinión, lo robaron
porque el marco estaba pintado con purpurina y parecía metálico. Estará
en el salón de recepciones de algún garbigune, el lugar que le
corresponde.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy
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