LLEGA un momento en la vida en el que conviene hacerse una buena foto para la esquela. No una de esas de fotomatón para el DNI o la Barik, sino una instantánea de estudio, previo paso por la peluquería y el maquillaje para disimular brillos y arrugas. Tengamos en cuenta que serán nuestros minutos de gloria en la sección de obituarios y no conviene aparecer allí como un mindundi cualquiera, que es lo que suele ocurrir cuando uno decide retirarse del teatro de la vida sin avisar y sin la muda limpia. En esos casos, son los familiares quienes improvisan y, en medio del nerviosismo de la situación, pueden entregar a la funeraria una foto de tu primera comunión o la de tu efímero paso por la Falange. Toda una reputación, costosamente amasada a lo largo de la vida, puede irse al traste en el último momento.
Para evitarlo, es obligado organizar el funeral como si fuera una boda, con las fotos destinadas a la esquela, al recordatorio y a la lápida ya elegidas. No está de más, en los tiempos que corren, que grabáramos un vídeo. Ya hay empresas que se encargan de todo esto y ponen a tu disposición lápidas de resina, donde pueden imprimir a todo color sobre la superficie tu foto ascendiendo al Gorbea o celebrando un gol en San Mamés.
Por poco más, incluirán un código QR personalizado. Bastará enfocarlo con cualquier smartphone para que aparezca el vídeo con tu emotivo discurso póstumo o con una bronca monumental a tus familiares. Eso queda de tu cuenta.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy.com
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