Ha estallado la guerra del clima...en la oficina
ES una ley natural. Las
temperaturas extremas causan todo tipo de catástrofes que nos hacen
tomar conciencia de la fragilidad del ser humano. La pérdida de confort
dispara la irritabilidad, que se transforma en ira y, en el peor de los
casos, en guerras fratricidas, asesinatos premeditados, con alevosía,
ensañamiento e, incluso, por diversión. No hablo del calentamiento
global del planeta, sino del calentamiento de las oficinas, donde la
zona tropical, junto a la ventana; la templada, en el centro; y la fría,
al lado de la puerta, pueden sufrir una inversión térmica al encender
la calefacción que acaba con el status quo establecido e inicia una
contienda de consecuencias imprevisibles entre los empleados y los
responsables de climatización.
Con mis propios ojos he visto migraciones
masivas hacia el cuartito del café en busca de un poco de calor,
hambrunas espeluznantes ante la imposibilidad de atravesar la zona
gélida que lleva al bar y convenios colectivos en llamas por la
incapacidad de estabilizar la temperatura.
Suelo visitar a un compañero
del servicio técnico. Permanece atado en un cuartito acolchado ante su
afán de colgarse de toda salida de aire acondicionado que ve. Es un
veterano de la contienda de 1982. Me aconsejó vestir en invierno
gayumbos de marta cibelina refrigerados con amoniaco, y en verano, de
seda calefactados con pilas alcalinas. Gracias a ellos sigo vivo. No sé
por cuánto tiempo...
Josetxu Rodríguez
@caducahoy
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