UNO, en su ignorancia, siempre ha
creído que el fin del mundo tal y como lo conocemos llegaría con un
Homer Simpson tirando por la ventana una cepa del virus de la viruela
para ahorrarse la probeta en su análisis de orina. Pero va a ser que no.
Mucho más peligroso que él es un catedrático de Economía frente a un
ordenador.
La prueba es que las férreas políticas de austeridad que
están acabando con el estado del bienestar y estrangulando la economía
europea se basan en datos falsos contenidos en los informes de dos
insignes catedráticos de Harvard, Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, que
se equivocaron al usar las tablas del programa Excel. Acaban de
reconocerlo, para vergüenza del comisario de Economía de la UE, Olli
Rehn, que las ha repetido como un mantra.
Al menos, Ronald Reagan, tan
elogiado últimamente junto a la señora Thatcher, que nació agarrada al
bolso para que nadie le tocara las libras, reconocía que su política
económica la dirigía el Tío Gilito desde Disney World. Era sincero y eso
siempre es de agradecer. Pero en el caso que nos ocupa se nos pone una
cara de tontos que dan ganas de salir a la calle con un bidón de
gasolina. Al menos, si el catedrático hubiera confesado que le visitó su
pareja, les dio un calentón en el despacho y retozaron durante unos
minutos sobre el teclado alterando las cifras sin querer, lo llevaríamos
de otra forma. Nos iríamos por el sumidero por un acto de amor, lo que
siempre es más llevadero. ¿No creen?
Josetxu Rodríguez
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