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LOS seguidores del respiracionismo acabamos de recibir un serio revés. Una mujer ha muerto de hambre en Suiza por seguir las enseñanzas de nuestro gurú, el yogui indio Prahlad Jani, de 83 años, que dice haber vivido durante 70 años sin comer ni beber, solo alimentándose espiritualmente de la luz del sol y del aire.
Abracé esa filosofía hace ya un par de años, cuando la burbuja inmobiliaria demostró que mi pensión no iba a dar mucho de sí, por lo que cuanto antes dominara las técnicas de Jani, mejor. Así, cada día como y bebo un poco menos, acompasando estos ciclos a los recortes presupuestarios y al aumento de los impuestos directos e indirectos. Y la verdad, estaba animado, hasta que he conocido la noticia.
No obstante, tras la puesta en común con el resto de los acólitos que subiremos a la nave cuando llegue, me cabe la esperanza de que todo haya sido un accidente. Igual la pobre señora faltó al cursillo de fotosíntesis o puede que viviera en tierra de penumbras. Porque eso sí, nos han recalcado reiteradamente que no es lo mismo la luz del sol que una fluorescente, y no todos los novicios hacen caso.
Aquí, de vez en cuando, podemos darnos un atracón de puestas de sol y de aires del Gorbea, que te ponen como un toro. Quizás por eso los hipercríticos nos acusan de estar como chotas y dicen que si no hemos palmado con ese régimen es porque somos unos lechuguinos o unos iluminados. Yo me río. Ya se jubilarán y verán lo que es bueno.
Josetxu Rodríguez
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