Cuentan que cuando George Bush decidió invadir Irak se lo anunció a los periodistas más afines de la siguiente manera: "Voy a bombardear ese país del demonio y es posible que mueran 30.000 iraquíes y un dentista". Tras un breve silencio, sólo uno de los reporteros se atrevió a preguntar quién era el dentista. Entonces, Donald Rumsfeld, ideólogo e impulsor de la guerra, le susurró al presidente: "¿Lo ves? Ya te dije que nadie preguntaría por los iraquíes...". Esta historieta demuestra lo fácil que es desviar la atención de un tema sobre el que queremos pasar de puntillas. Nos enseñan el señuelo y todos corremos detrás como gallinas sin cabeza.
El Ayuntamiento de Tordesillas ha utilizado el mismo recurso para mantener una fiesta sangrienta que le reporta pingües beneficios en estos tiempos de crisis. Agasaja como a un gladiador a un hombre de 32 años, cuyo mérito ha sido rematar a un toro con una lanza ayudado por otro centenar de picadores que lo han acorralado y herido previamente. Cualquiera podría pensar que lo meritorio sería que el lancero se enfrentara a cien toros, pero seguro que ni se lo plantean pese a que la afluencia de público sería masiva. Podría acompañarle ese artista de Plasencia que acaba de pegar mil grillos en las paredes de la sala de exposiciones para que mueran a la vista del espectador. Los considera "conceptos orgánicos" con mínima capacidad de sufrimiento. ¿Por qué no ha utilizado a mil cantantes de ópera? Seguro que el éxito habría sido aún más rotundo y más orgánico.
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