lunes, 10 de julio de 2017

Perdonen que me ría



HAN hecho análisis, contraanálisis y una cata de bacilos y han llegado a una conclusión sorprendente: la ría de Bilbao no es apta para el baño, no puede beberse y moja cuanto te metes en ella. Algo que todos los del bocho sabíamos, pero lo guardábamos en secreto para no espantar a los turistas; que bastante susto se llevan los pobres con los precios de los hoteles: se los duplican de la noche a la mañana aprovechando el BBK Live y, encima, les abroncan porque no han ocupado todas las habitaciones. 
En realidad, solo a los foráneos se les puede ocurrir darse un chapuzón en ese cauce de nuestros amores. Desconocen que únicamente los del centro de Bilbao y los de Deusto pueden bañarse en ella sin peligro. Las bacterias temen a los primeros porque son capaces de hacer un pintxo con cualquier cosa, y saben que los segundos llevan en el ADN tomatero suficientes pesticidas, herbicidas y fungicidas para acabar con un bicharraco solo con el aliento. 
Los que cruzamos la ría a diario vemos que mejora adecuadamente, pero intuimos que le faltan unos cuantos lustros para conseguir la bandera azul. Aparenta estar limpia, tiene peces y hasta un caballito de mar con tres ojos y una pierna, pero también el agua del estanque de los patos de doña Casilda tiene buen aspecto y nadie se la echa al whisky. Si quieren un consejo, fíjense en las gaviotas: todas llevan sandalias cangrejeras cuando caminan por el fango de las orillas. Y no han hecho análisis de metales pesados.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

lunes, 3 de julio de 2017

El telematón



LLAMA una teleoperadora para regalarme 120 canales de televisión y, como es muy amable, le pido que me haga el favor de quitarme todos menos dos. Con 120 canales me volvería loco en dos semanas. Ahora, con 36, me siento en el sofá, cojo el mando como si fuera una espada láser y, cuando me doy cuenta, han pasado dos horas y estoy catatódico
Primero hago un zapping siguiendo los números naturales de la programación para ver cómo está la cosa. Atravieso la zona de los telediarios y el entretenimiento chorra e infantiloide para penetrar en el baúl de los recuerdos, con series antiguas y personajes con pantalones acampanados. Acto seguido, me adentro, con cierto temor, en el pantano del morbo: programas sobre niños asesinos, obesos de 320 kilos, pústulas como melones y casas donde el dueño no se distingue de la basura. Superado este obstáculo, alcanzo el final del viacrucis y debo ser prudente porque, si me paso de frenada, puedo caer en la peli porno de una emisora local o, lo que es peor, en el canal Disney o Teledeporte. 
De allí regreso para revisar los canales que tenían anuncios y comprobar que siguen igual. A veces, sigo el orden de los números primos, pero es desasosegante porque lo mismo en una cinta española de La2 aparece una monja en éxtasis y, en la siguiente, una española en éxtasis con un monje shaolín. ¿A ustedes les pasa lo mismo o son normales?
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 30 de junio de 2017

¡Que te pires, leptospira!




La leptospira, esa bacteria que no tiene ni media hostia, ha estado a punto de provocar la evacuación de Bilbao, una ciudad que ha resistido crueles bombardeos, la guerra de las banderas y una carrera de Fórmula 1 en el Parque de los patos. Mientras tanto, los veteranos del lugar nos reímos de la histeria colectiva y nos echamos las manos a la cabeza. Y no por la incidencia de la enfermedad, que es insignificante y no se manifestaba desde 2013, sino por la cantidad de organismos que se han movilizado para hacer frente a las toses de un par de bañistas. Ni la ONU tiene tantos observadores como los que dedican su atención a esta ría del Nervión que, aunque la miremos con buenos ojos, no es el Orinoco. El Consorcio de Aguas, el Ayuntamiento de Bilbao, Osakidetza, la Agencia Vasca del Agua y la Demarcación de Costas la tienen en el punto de mira y se muestran incapaces de acorralar a este bicho que si se cae desde el borde de una mesa se mata. Antes de nadar en un cauce que ha estado muy enfermo, los expertos piden sentido común, pero no hay suficiente para todos. Y, al final, el alcalde ha tenido que ponerse el bañador de mando y evitar que la Villa aparezca en las listas junto a Fukushima, Chernóbil, Guinea Conakry, o lo que es peor, en el último puesto de Tripadvisor. Para ello ha preparado un plan y atacará con una enorme batería de protocolos, permisos, documentos, parámetros y análisis. Nada ni nadie puede sobrevivir a algo así. Leptospira, ya eres historia.

jueves, 22 de junio de 2017

Inflación de donuts


columna Josetxu Rodríguez, donuts, régimen, peso,

ESTÁS delgado. Me lo decía todo el mundo. Y tanto es así que empecé a preocuparme. Al fin y al cabo, no es lo mismo que te comenten: “¡Qué delgado estás!”, con un puntito de admiración, a que sostengan: “¿Has adelgazado, no?”, con esa mirada conmiserativa de quien atisba un hermoso cadáver en un futuro próximo. Así que compré una báscula para comprobar si mi cuerpo estaba implosionando y evitar que una racha de viento pudiera arrastrarme por los tejados como a Mary Poppins. Tras un minucioso estudio, en el que comparé lejanos análisis clínicos con pesos actuales, puedo afirmar y afirmo que no es así. Desde hace muchos años me sitúo en torno a los 72 kilos, una cifra muy razonable para un hombre de mi altura, desnudo y con gafas. Lo de las gafas es para ver los número de la báscula, allá lejos, junto a los pies. Lo que me adelgaza a pasos agigantados es la vista, en eso no hay duda. Se lo comentaba el otro día a una amiga de la universidad que me encontré en un pub y con la que estuve charlando bastante rato, hasta que me di cuenta de que era un perchero. Deduzco, por tanto, que lo que sucede es que el mundo engorda a mi alrededor. Lo acaba de confirmar el consejero de Sanidad. La obesidad es la epidemia del siglo XXI. Y no podía ser de otra manera, ya que la población disminuye a pasos agigantados pero el número de donuts no deja de aumentar. Quizá el Banco Central Europeo debería ocuparse también de esta inflación y equilibrar bocas y pasteles.
@caducahoy

martes, 20 de junio de 2017

Como muestra, un botón


columna Josetxu Rodríguez, equivocaciones, botón, parlamentarios

HAY quien piensa que apretar un botón es fácil. ¡Qué inconscientes! Imagínense ustedes ante el interruptor nuclear recibiendo datos contradictorios y sin saber si lo que se dirige hacia su país es un misil termonuclear o una gaviota cabreada. La disyuntiva es morir matando o morir a secas, y para la historia esto último queda muy mal. Algunos no se lo pensarían ni un momento. De hecho, Trump lo presionó para ver si funcionaba. Si todavía pueden leer ustedes estas líneas es porque el jefe del FBI le había dado el cambiazo y, en lugar del maletín del juicio final, le entregó el neceser de la Barbie norcoreana. 
Pulsar el botón adecuado es lo primero que aprenden los diputados. El 90% de ellos cobran un sueldazo por realizar esta tarea a toque de trompeta. Con los años van cogiendo práctica y son capaces de hacerlo con las dos manos, como Carlos Iturgaiz, que votaba por él y por Mayor Oreja cuando este hacía novillos en el Parlamento Vasco. Hasta los senadores consideraban normal esta práctica. Incluso la perfeccionaron de tal manera que el socialista Gaspar Zarrías usaba el pie para no tener que reincorporarse en el sillón. ¡Cuánto les echo de menos! Hace unos días, el presidente Rajoy votó en contra de sus propios presupuestos y el presidenciable Pablo Iglesias a favor de las cuentas de Mariano. El jefe de gabinete y diputado del Partido Popular Jorge Moragas, a favor de la de la moción de censura contra el presidente del Gobierno, que es de su partido. ¡Y eso que solo hay tres botones! ¿Se explican ahora por qué no soy partidario de poseer armas nucleares?
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy

lunes, 12 de junio de 2017

40 años y un día


Primera redacción del diario DEIA
La primera redacción de DEIA, con "cierta neblina"

 
DEIA nació hace tanto tiempo que ni siquiera James Bond tenía teléfono móvil. No les digo más. Estaba en un edificio industrial desvencijado y con montacargas. Desde el mostrador de recepción se escuchaba el frenético tableteo de los teletipos. Apenas entrabas en la redacción, sin acceso a ventanas, percibías el olor agrio del tabaco. En el turno de mañana aspirábamos el humo rancio de los compañeros de noche y ellos el nuestro. Eso nos hermanó mucho. 
Por aquel entonces había mucho trabajo por hacer y gente joven con ganas de intentarlo. Se salía de una dictadura monocorde y enfermiza y la gente demandaba aire fresco y nuevas melodías. La de DEIA sonó alta y clara y decenas de miles de lectores acudieron a diario al kiosco. Los periodistas nos ganamos la credibilidad suficiente como para que ustedes nos llamaran para interesarse por un suceso o por la capital de Kirguistán, “porque el crío está haciendo los deberes y no tengo enciclopedia”. Los medios con los que contábamos eran los mismos que usan los niños en una guardería: folios, tijeras, típex, un bolígrafo y una Olivetti. Si partiendo de algo tan modesto hemos llegado hasta aquí, no creo que haya razones para temer al futuro. Sobre todo, ahora que somos capaces de difundir noticias por tierra, mar y aire y que nuestra web cuenta ya con 80.000 navegadores diarios. Allá donde usted vaya, le perseguiremos.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

jueves, 25 de mayo de 2017

Un patafísico vasco que nació el año que viene




 Alberto Palomera, en su estudio
 
EL profesor Alberto Palomera es uno de esos personajes imprescindibles en todo grupo civilizado que se precie de serlo. Es más, en mi humilde opinión, se le debería proporcionar todo aquello que le permitiera vivir con la humildad y estoicismo que le caracteriza para que, superada toda distracción terrenal, se dedicara en cuerpo y mente a la contemplación patafísica, en la que es una eminencia completamente desconocida, aspecto del que está muy orgulloso porque cumple con todas sus expectativas. 
La patafísica, como todos ustedes saben, es una ciencia paródica dedicada “al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones”. Algunos ejemplos de sus disciplinas son la cátedra de Cocodrilología, Pedología y Adelfismo; la de Alcoholismo estético, con muchos miembros ilustres en Euskadi, y la de PNVología, que estudia la excepcional capacidad de pactar con todos los contrincantes al mismo tiempo. Palomera, que fundó el Colegio de Patafísicos Vascos el año que viene, es además un artista multidisciplinar y poliédrico. Hace unos días, presentó su libro golosina ilustrado Epi’Patafísica [Instrucciones de uso]. Con él quiere enseñarnos “a mirar donde nadie mira” y despertar en nosotros el gen que nos evite una era de “hibernación y atolondramiento perpetuo”. Cómprenlo, aunque solo sea por salvar a la Humanidad.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 19 de mayo de 2017

Robar por robar y robar y robar



NO soy mucho de robar, la verdad, pero últimamente me estoy ejercitando para poder comprender a esa banda de golfos apandadores que esquilman las arcas del Estado y rebañan el fondo por si ha quedado algún céntimo de euro. He empezado apropiándome de algún bolígrafo en el trabajo, cacahuetes en los bares y una cereza en el súper. He reflexionado sobre la experiencia y no le encuentro la gracia. Quizá sea porque no tengo vicios caros. O puede que no los tenga por falta de entrenamiento. O porque no he hurtado lo suficiente. Quizás debería haberme apropiado de 10.000 bolígrafos. ¿Para qué? Pues, no sé. ¿Para que durante un siglo a mi descendencia no le falte la tinta? 
Si fuera ladrón, intentaría ser un profesional responsable, alguien que manga para vivir holgadamente sin dar un palo al agua. No como esa gentuza, que acapara billetes por el placer enfermizo de apilarlos y consciente de que, por edad, no podrá disfrutarlos. Son garbigunes de divisas que dan mala imagen a la profesión. Cuánto echo de menos a los ladrones de antes. Trincaban 30 millones de pesetas y se retiraban a Torremolinos a disfrutar de la vida. Estos advenedizos de ahora expolian 30 millones de euros y siguen en la brecha hasta que los trincan. Si en una isla desierta les dieran a elegir entre una gallina o un huevo de oro, morirían aferrados al oro, como auténticos gilipollas. ¡Puaj!

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

miércoles, 17 de mayo de 2017

La vida no pasa, te atropella


La vida no pasa, te atropella

PASA la vida y no eres consciente hasta que te atropella. Vas quemando etapas a velocidad creciente y un día descubres que ya no quedas tan a menudo con los amigos. Así que decides guasapearles el viernes por la mañana para tomar juntos una cerveza el sábado por la tarde. Veinte minutos después, cuando han contestado todos, haces balance y solo puede Txema. Ese al que le dejó la mujer por cansino hace un par de meses y ahora está solo porque dos semanas más tarde le abandonaron el gato y el canario para irse a una casa donde les dieran de comer periódicamente. 
Y recuerdas aquella edad indefinida en la que te encontrabas con alguien un martes por la mañana y te sugería ir a tomar unas cubatas al puerto de El Pireo, que actuaba Mikis Theodorakis, y no cuestionabas la oferta. A lo sumo, ibas a por la mochila y el saco y, aunque no conocías al individuo, dos días después érais amigos íntimos ya que las horas muertas haciendo dedo unen mucho. 
Escribo esto y se me cae una lagrimilla porque no encuentro el tiempo perdido y, al parecer, mis amigos, tampoco. Unos cuidan padres, otros nietos, algunos están con trancazo, otros tienen que segar el césped del adosado o ver el partido o pulirse la cadera de titanio. No hay dios que haga un calendario para quedar una tarde con estos condicionantes. Tendré que esperar unos pocos años más y seguro que nos encontraremos todos en urgencias. Imagino que allí tendremos tiempo de charlar largo y tendido.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

lunes, 15 de mayo de 2017

La maldita fiesta del cine


La maldita fiesta del cine

LA fiesta es, en realidad, una bacanal para aquellos a quienes no les gusta el cine. Una mezcla de performance, botellón y festín desenfrenado. Los cinéfilos deben huir de esta promoción como de las purgaciones. Inconscientemente decidí ver Lady Macbeth el pasado miércoles en la sesión de 8.00. Cuando tomé asiento casi no había nadie en la sala. Comenzaron a llegar empezada la película, imagino que fue porque se acabaron las entradas de Fast & furious 8 o El bebé jefazo
Mis compañeros de butaca eran una pareja que había comprado tres entradas, una de ellas para depositar el contenedor de palomitas y el capazo de chuches. Se pueden imaginar cuál fue la banda sonora del filme. Lady Macbeth tuvo que repetir varias frases para que pudiéramos seguir la trama, ante el crepitar de bolsas, cacahuetes y maíces. “¡Uy, qué curioso, han apagado las luces! ¡Y no hay anuncios como en la tele!”, decía ella. “Sí, pero tampoco hay wifi”, le contestaba él mientras movía la pantalla del móvil buscando la señal. “¿Dónde está el bar?”, preguntaba ella. “No sé”, respondía él, “pero yo veo todo en 3D, menos la pantalla”. Y cosas así.
 Detrás había un matrimonio mayor que hacía la traducción simultánea para los invidentes, en el supuesto caso de que hubiera alguno. “Mira, le está poniendo los cuernos”. “Se están mojando”. “Vaya puñetazo”. “Ahora llora”. Cuando empezó a tronar en una escena, se abrieron varios paraguas. Yo también lo hice. No quería ser el raro.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy