viernes, 19 de junio de 2015

Elogio del gato callejero


columna Josetxu, gatos callejeros, elogio

LOS gatos callejeros han abandonado el centro de Bilbao. Y les echo de menos. Al parecer, la capital se ha encarecido tanto que ni con la Renta de Garantía Minina les llega para pagar el alquiler social en algún recoveco seguro. Se han trasladado a los barrios, donde las vecinas caritativas les suministran cabezas de sardinas de estraperlo. Eso sí, jugándose la pensión y el patrimonio, porque hoy eso está más penado que saltarse un control de alcoholemia estando sobrio. 
Todavía les recuerdo en Doctor Areilza tomando el fresco sobre el mármol de los portales en verano, y en el capó de los coches en invierno, aprovechando el calor residual de los motores. En ocasiones, perseguían algún insecto imaginario o, incluso, una mariposa. Hoy en día, son tan difíciles de ver como los ovnis que, como todo el mundo sabe, se han ido a explorar un planeta más barato. 
En esta city, tan aséptica como un quirófano, hay pocos bichos que puedan vivir, si exceptuamos a las palomas, los perros atados y los vigilantes de la OTA. Podría contarles mil historias de gatos, conviví con ellos 20 años y sé de lo que hablo. 
Dicen que viven en dos mundos a la vez y que ven cosas en la noche que es mejor que no veamos, pero cuando están en el nuestro, pocas cosas hay más relajantes y dan mayor seguridad que sentirles ronronear sobre nuestras piernas. Bilbao puede ser una ciudad habitable, pero no podrá demostrarlo hasta que no tenga gatos callejeros ocupando el lugar que les corresponde.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

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