viernes, 1 de junio de 2012

Sueño con banqueros suicidándose...


HAY noches en que sueño con banqueros precipitándose desde lo alto de las torres inclinadas de Bankia, esas que Santiago Segura identificó con la huella de las pezuñas de Satanás en El día de la Bestia. Esos arcángeles del Ibex, carcomidos por la codicia y la corrupción, se estrellan contra el granito pulido después de una trayectoria zigzagueante como la de murciélagos narcolépticos.

No es una pesadilla. En mi subconsciente observo el fenómeno con cierta indiferencia, como si se tratara de un acto de justicia. Les veo en blanco y negro, como las imágenes de aquellos empresarios que, con mayor dignidad, optaron por pegarse un tiro tras el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929.

Mis pesadillas tienen que ver con otra cosa. Fundamentalmente con esa legión de almas en pena que dejan detrás. En la cola del paro o en la del pan, donde el 40% de los recién llegados eran familias de clase media el año pasado. Ahora que los ratos abandonan el barco y huyen con sus capitales a prados más soleados: 100.000 millones se han llevado en solo tres meses... ¿quién arreglará este desaguisado?

Hay noches en las que sueño con cuerpos que se precipitan desde lo alto de los edificios de Génova y Ferraz y quedan diseminados por la acera con gestos estrambóticos. Cauteloso me acerco y descubro que el serrín supura de sus cabezas y la paja de sus cuerpos. Horrorizado descubro que son marionetas. Creo que este sueño sí puedo considerarlo una pesadilla.

Josetxu Rodríguez

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