Todo listo para ganar el gordo
NO quiero que me toque la lotería.
Juego por obligación, para no parecer raro o desconsiderado con mi
entorno. Y lo hago con cierto temor de que la suerte me acompañe. El
mundo está lleno de gente desgraciada por su culpa. Personas normales
que, de la noche a la mañana, se emborrachan de euros y enloquecen. Una
de ellas, apenas cobró el premio, se operó los labios, se puso pecho y
culo prominente, gastó fortunas en tratamientos cosméticos, compró un
coche de lujo, un palacete y unos zapatos con tacón de aguja. Después de
dar la vuelta al mundo reconoció que se había equivocado, que el dinero
no da la felicidad y que no había encontrado al hombre de su vida. Y
eso que lo había buscado en los mejores hoteles del mundo y en varios
McDonald’s. Es comprensible, ya que la persona de quien hablo era
jugador de rugby cuando le tocó el gordo y los trajes de Felipe Varela y
Ruiz de la Prada le quedaban fatal, ya que tenían que ponérselos de dos
en dos para cubrir su desparramada musculatura. Nadie le advirtió de
que las cosas importantes de la vida no tienen precio. Ni siquiera el
amor. Por eso hoy no quiero ser un agraciado, ni tener que espantar de
la puerta de casa a vociferantes inversores que quieren administrar mi
fortuna. Bastante tengo con las gallinas del vecino, que vienen apenas
amanece a reclamar su porción de pan duro. Si quieren mis décimos, pasen
esta tarde sobre las cinco y se los regalo todos. O casi todos,
depende.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy
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