martes, 14 de noviembre de 2017

Cudadanos del mundo,¡Bilbanizaos!




LOS que somos de Bilbao de toda la vida sabemos que es un planeta en sí mismo, como el de El Principito. Puede caminarse a lo largo en un par de horas y a lo ancho en la mitad. Su término municipal limita con el monte Artxanda y el Pagasarri, aunque algunos lo sitúan entre el nacimiento del sol y el ocaso y se preguntan por qué los de Hong Kong no pagan el IBI al ayuntamiento. 
Desde el centro de la ciudad puede verse de todo: vacas paciendo en las laderas, viñas de txakoli en Arraiz, bosques de robles y pinos en Deusto y hasta un funicular. Y, si no nos dejamos deslumbrar por los reflejos de la Torre Iberdrola, también amplias zonas de infravivienda.
La villa concentra todo lo bueno y lo malo en muy poco espacio, como esas regiones estelares con tanta densidad que engullen todo lo que se les acerca. Agujeros negros creo que les denominan, aunque aquí los llamamos txapelas. Por eso, los bilbainos miramos con condescendencia a Singapur, que nos concedió el nobel de las ciudades, o a los urbanistas comunitarios, que acaban de nombrarnos Mejor Ciudad Europea 2018. Nosotros ya sabíamos que lo era. Esta villa no se pone límites, una cualidad que muchos pueblos tienen pero han olvidado. 
Les invitamos a que disfruten el premio con nosotros. Cualquiera puede ser bilbaino si quiere, como Gehry, aunque también es verdad que si no quiere igual le corremos a hostias por la Gran Vía. 
Ciudadanos del mundo, ¡bilbainizaos!
Josetxu Rodríguez
@caducahoy


















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