Todas las imágenes pertenecen a Santi Orue y han sido publicadas en "El Jueves"
PABLO Iglesias tendría que montar
un circo. Con muchas pistas, porque tres son pocas para este hombre
menudo capaz de revolucionar un país con su coleta y una banda de
jóvenes suficientemente preparados.
Reconozco que me encantó el
espectáculo que representó el otro día en el Congreso. Parecía el muñeco
diabólico dando volatines por los escaños, convirtiendo el hemiciclo en
una asamblea universitaria, hablando de la posguerra y despertando con
sus soflamas a los diputados de la última fila. ¡Qué maravilla, oiga
usted! Que alguien recuerde el pasado de algunos próceres de la patria
que han vendido su alma a la visa platino, que sea políticamente
incorrecto, que diga las cosas a la cara. Un diputado que habla y se
equivoca como la gente real. Es lo malo de estar vivo y negarse a
representar el papel de momia parlante a la que nos tiene acostumbrados
el bipartidismo.
Los diputados del PP no pestañeaban y ni se atrevieron a
irse al bar durante su intervención, como era su costumbre. Llevan los
bebés al escaño, se dan besos de tuerca como Breznev y levantan el puño.
Pues vale. Ya solo les falta echar un polvo sobre la alfombra, fumar
marihuana en los pasillos y llamar a una huelga general hasta que caiga
la monarquía. Hay que darles tiempo para que se desfoguen. Y cuanto
antes mejor. Una vez hecho esto, tendrán que pensar en el país y, si no
son parte de la solución, reconocer que son parte del problema.
Josetxu Rodríguez @caducahoy
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