viernes, 27 de marzo de 2015

De copa en copa y remo porque me toca




UNOS quieren ir en tren, parando en cada estación para potear. Otros, con una flotilla de autobuses custodiada por una docena de camiones restaurante del michelinesco Koldo Royo y varias cisternas de Coca-Cola, ginebra y Rioja, para que pueda elegirse el combinado. Hay quien prefiere el coche, que “habrá que dejar aparcado en Zaragoza o en Lleida, porque el centro de Barcelona estará imposible y así podremos ir hasta el Camp Nou dando un paseíto y bajar la comida”. Los que se inclinan por el viaje en avión quieren hacerlo con la puerta de la cabina del piloto abierta. Cueste lo que cueste. Aunque haya que poner bote y comprar la aeronave. 
Con estos antecedentes, la final será todo un espectáculo. También fuera del campo. Como siempre lo ha sido. Todavía recuerdan en Madrid la superpaella de marisco que Marco y su séquito de saltimbanquis se cocinaron en plena vía pública. Hasta los municipales escandalizados por el tinglado y por la treintena de normas urbanísticas que se había saltado con la iniciativa terminaron degustando el plato con ellos. Personalmente, me embarcaría en la gabarra. Con esos locos que quieren viajar en ella hasta la Ciudad Condal, con escala en Benidorm, para las rabas. Aunque primero tienen que ponerse de acuerdo en quién empuñará los remos, porque todos insisten en hacerlo. Por eso me gustan. A nada que haya corriente, terminaríamos en el Caribe viendo el partido por televisión. Y la verdad, es un planazo.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

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