LA semana pasada alerté sobre el peligro
de los gremios piratas y su relación con la mayor parte de las
catástrofes urbanas. Concretamente, hice hincapié en los fontaneros
alienígenas que están conquistando el planeta poco a poco a base de
sabotear nuestras infraestructuras y viviendas. Pues bien, mis consejos
cayeron en saco roto, como era de esperar, y la última víctima de esta
campaña de demolición controlada ha sido lo que algunos conocen ya como
Congreso de los Imputados. Pocas imágenes han resultado tan patéticas
como ver caer una tromba de agua sobre sus señorías el primer día de uso
del hemiciclo tras unas obras en su cubierta que han costado más de 4
millones. Para colmo, el esperpento tuvo lugar en presencia de un grupo
de japoneses que cámara en mano registraron el evento partiéndose de
risa y a punto estuvieron de ponerse a vender chubasqueros.
Los
responsables de la chapuza no han sido Pepe Gotera y Otilio ni Santiago
Calatrava, sino Dragados y Construcciones que, como su nombre indica,
para poder dragar primero tienen que inundar. Es lo suyo.
Por si fuera
poco, en la polémica renovación alguien ha pensado que los agujeros de
los disparos en el techo eran poco estéticos y los han tapado, lo que
hace pensar que quizá la jefa de obras sea la sobrina de la restauradora
del Ecce Homo, que ha querido dejar su impronta en el monumento. Visto
como funciona este Gobierno, puede que para solucionarlo llamen a Tejero
para que vuelva con su metralleta.
Josetxu Rodríguez
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