Las goteras en el Congreso tras gastarse 4 millones en las obras fueron muy celebradas por la delegación japonesa.
SI usted piensa que por el mero hecho de
practicar un oficio nadie merece ir a la cárcel es que no conoce a mi
fontanero: cortó el agua tres días seguidos a 42 vecinos para poner una
llave de paso en la cocina. Ha pasado una década y todavía encuentro
mensajes amenazantes en mi coche. En los últimos años me he visto
obligado a tratar con una cohorte de gremios que me han hecho perder la
poca esperanza que tenía en la humanidad. Recuerdo con especial desazón a
un albañil en cuyo mundo no existía el ángulo recto. Creo que era un
extraterrestre, porque continuamente se escapaba a buscar material a "la
nave". Fue él quien me introdujo -a la fuerza- en las modernas teorías
del caos y en el concepto del tiempo elástico. Cada vez que le
preguntaba cuándo iba a acabar la obra decía: "En una semana".
También
conocí a un pintor que tenía las cosas muy claras: el cuarto de los
niños de azul, el de las niñas de rosa y el resto de la vivienda del
color que haya sobrado del trabajo anterior. Amenazándole con un
cinturón de explosivos, al final, llegamos a un acuerdo.
Merece un
apartado especial el acuchillador. Se presentó como el más caro, el más
rápido y el más profesional, algo así como el príncipe de los
acuchilladores. Cuando acabó, yo estuve buscando al príncipe de los
navajeros para que le hiciera en la cara lo que él le hizo a la tarima
de castaño.
No les cuento esto por rencor, sino para avisarles de que
andan sueltos y que pueden convertir su casa en un infierno... en obras.
Josetxu Rodríguez
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