ELLA estaba muy excitada. Sus ojos brillaban en la penumbra con una luminiscencia azul y las aletas de su nariz succionaban oxígeno como una cámara hiperbárica. Ven a ver esto, exclamó. ¡Es alucinante! Él dejó el sofá y renqueante se acercó hasta el ordenador. Mira: ¿No te pone a cien? Él observó la pantalla en silencio durante unos instantes antes de responder. Pues la verdad es que no, dijo.
¡Pero, cariño, mírales! Se nota que están gozando de lo lindo. Fíjate en sus caras de placer, sus cuerpos bronceados, esa cama gigantesca. Cómo se nota que están en forma con tanto ejercicio. Y no me extraña, porque a través de la cristalera se ve una piscina y varios aparatos de gimnasia muy raros. Él la miró con condescendencia. Eso que dices es cierto, pero ten en cuenta que en este tipo de páginas hay mucho photoshop. Esos bíceps no existen, ni ese... plátano tan grande. Es un mundo irreal. Lo preparan así para que todo resulte más excitante. Es posible que la ventana y la piscina sean un fotomontaje, como la botella de champán o las frutas que hay sobre la mesita. En resumen, un sofisticado engaño para que caigamos en la trampa. Si te digo la verdad, yo volvería de vacaciones al pueblo, como el año pasado.
¡Eneko, pero qué aldeano eres, hijo!, gritó enfadada. Luego le dio la espalda y siguió buscando páginas y páginas de hoteles caribeños y cruceros del amor, en este caso, no correspondido.
Josetxu Rodríguez
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