[caption id="" align="aligncenter" width="512" caption="Baldosas de Bilbao, nuestra seña de identidad"][/caption]
AHORA que muchos turistas andan por ahí comprando pañuelos, tartas y otros objetos en los que está impreso el diseño de la baldosa de Bilbao, no estaría de más resaltar la contradicción que supone que el merchandising la ponga de moda a la misma velocidad que desaparece de nuestras calles. Los que hemos vivido en la capital vizcaina y jugado de niños sobre ellas, resaltando sus curvas y círculos con tiza, las echamos de menos en muchas de nuestras aceras ya que, sistemáticamente, están siendo sustituidas por otras de colores y con diseños más lineales.
En esta vorágine de globalización, lo distinto es un valor en alza y así lo confirma que el dibujo de la loseta que diseñó Sáenz Venturini para que expulsara el agua por sus hendiduras y no convirtiera Bilbao en un gran puente de Calatrava y a los bilbainos en potenciales lisiados cada vez que caía un chaparrón, está pasando del suelo a los paraguas, y de ahí a la publicidad e incluso a la repostería, por poner sólo unos ejemplos. Hasta tiene en Facebook un grupo de amigos que superan los 23.000, y que intentan evitar que las calzadas botxeras pierdan su fundamento para reconvertirse en vulgares pavimentos de urbanización kitsch.
Quizá su destino sea sobrevivir en alma de seda sobre un pañuelo, pero nosotros la queremos de cuerpo presente y, si es posible, con las virutas de hierro que hace muchos años sobresalían de su superficie. Que a cada paso nos recuerde de dónde venimos y evite que nos cieguen los espejismos de una urbe de titanio, cristal blindado y granito pulido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu participación...