sábado, 22 de septiembre de 2018

Clima machista



LOS efectos del calentamiento global han dado un salto cualitativo. Y no me refiero a los ciclones y tifones, ni a los minikinis y microslips que hemos visto en la playa, sino a la climatización de la oficina. Mañana comienza el otoño con 29 grados y el responsable de mantenimiento ya ha sufrido un shock depresivo. Sin previo aviso, como cada año. Ha sido entrar y antes de llegar al termostato ya ha recibido dos quejas contrapuestas: hace mucho calor, le ha dicho el surfista, que lleva una camiseta térmica;y yo tengo frío, le ha anunciado la de los nanopantalones cortos. 
Nos alberga un edificio inteligente, pero no mucho. Personalmente creo que no aprobó el bachillerato, pero si tuviese un máster en la Universidad Rey Juan Carlos tampoco podría contentarnos a todos. Y esa es la mala noticia. Los hombres y las mujeres necesitamos temperaturas diferentes para trabajar. Lo acaba de confirmar un estudio muy sesudo que no voy a citar, como hace Pedro Sánchez. La temperatura de los centros de trabajo está diseñada para un hombre de 40 años y 70 kilos de peso. A partir de ahí, sálvese quien pueda. Nosotros, como generamos más calor, estamos confortables en la horquilla de 21 a 22 grados;y ellas, entre 24 y 25. Podría llegarse a un término medio, pero no les da la gana. ¿Por qué tenemos que doblegarnos al clima machista que dicta el aire acondicionado?, dicen con razón. Y así estamos. 
Me comenta el técnico que va a cambiar el regulador que indica grados por uno que muestre niveles de confort: silencio, murmullos, reclamaciones, gritos, aullidos, agresiones y 112. Me da pena. Creo que Greenpeace va a incluirles en la lista de seres en peligro de extinción, como el pingüino colorado. Apoyo la propuesta.Josetxu Rodríguez  @caducahoy

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