Por qué matan al bufón

PUESTOS a matar, lo mejor es elegir a gente pertrechada con un lápiz o un ordenador portátil. Por dos razones fundamentales: tienen las manos ocupadas para empuñar un arma y su muerte resuena en las salas de estar como un cañonazo que despierta a los televidentes patata para que les llegue el mensaje alto y claro. Sí, a esos que sesteamos en el sofá insensibles a las escabechinas cotidianas en África y Oriente Medio. Horas antes de que los yihadistas asesinaran a los compañeros de la revista satírica Charlie Hebdo, se recogían cadáveres por docenas en Sanaa, la capital de Yemen, tras la explosión de una bomba. 
Los humoristas asesinados también luchaban contra eso. Y ponían especial cuidado en despertar esa parte adormecida de nosotros que permite que el miedo y el totalitarismo de diferente signo y condición avance hasta impregnarlo todo. Por eso se arriesgaron con las caricaturas de Mahoma cuando todo el mundo miraba para otro lado. No quisieron abandonar ese espacio de libertad para que fuera ocupado por los integristas.
Tampoco lo hicieron los de El Papus, y en 1977 la Triple A les envió una bomba que mató al portero y destruyó su sede. Su lema era “Ni Dios ni amo ni CNT”, una frase que podría encajar perfectamente en el epitafio de los humoristas asesinados. Tenemos gente cerca que defiende ese espacio cuerpo a cuerpo, entre ellos, la revista Mongolia o El Mundo Today. Si les dejamos solos, ganarán los malos.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy
 

Los  periódicos musulmanes también han publicado viñetas en contra de los atentados de París. Estas son algunas de ellas.