viernes, 18 de octubre de 2013

Un agujero negro, un píxel fundido, un hombre desconectado




 ¿Dónde falta alguien? Seguro que lo descubres muy rápido

VER su cara de panoli en el anuncio de una página web recomendando un lubricante íntimo para veganos, con efecto calor y sabor a sandía, colmó el vaso de su paciencia. Cada vez que entraba en internet, su rostro aparecía en la pantalla junto al de varios de sus amigos como si fueran convictos digitales condenados a cadena perpetua. Esa utilización exhaustiva de su imagen le sacó de sus casillas y decidió cortar por lo sano. 
Para empezar borró sus cuentas de Twitter, Facebook, Google +, Flickr, Pinterest y Picasa y anuló las de correo en Gmail, Yahoo, Hotmail y todos los servicios de almacenamiento en la nube como Dropbox, Spotbrox y demás familia. Más tarde desinstaló el Bittorrent y el Emule y pidió la baja en Metaposta y en Irekia. Pasó varias semanas eliminando las tarjetas descuento de Carrefour, Eroski, Ikea y Campsa, grandes recolectoras de datos personales, y pidió que le suspendieran la Barik, el acceso on line de Kutxabank e ING, las facturas electrónicas de Iberdrola, Enagas y del Consorcio de Aguas. 
Consiguió que su número de teléfono no apareciera en la guía, metió su smartphone en el congelador y se apuntó a la lista Robinson para ser opaco a la publicidad. Solo entonces se dio por satisfecho. Eran las 4.00 de la madrugada y se había convertido en un profundo agujero negro en el centro de una brillante galaxia de datos digitales; un píxel fundido en un enorme televisor de plasma. Ese píxel desconectado en el que todo el mundo se fija. Llamaron a la puerta...
Josetxu Rodríguez

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