Volví a la perfumería, hice
varias inspiraciones profundas para templar la faringe y, con la última,
dejé salir el aire moderadamente pronunciando, en el tono, altura y
timbre precisos, el nombre del perfume que deseaba comprar: Cogoulinah
Yererai, por favor. ¿Cómo dice?, preguntó la dependienta con un dulce
tono sudamericano. Se lo repetí varias veces, pero no hubo forma de
entenderse. Le describí el anuncio, algo muy difícil de hacer, ya que la
publicidad destinada a productos olfativos es más enrevesada que el
cine de Fassbinder, pero me confesó que ella solo veía series y
películas en Netflix. Tras lo cual, solo me quedaba la opción de
emergencia: ¿Tiene alguna esencia para una mujer de mediana edad que
usted y yo podamos pronunciar con normalidad? Enseguida llegamos a una
solución de consenso. Salí encantado del establecimiento con mi frasco
de Heno de Pravia y con la esperanza de que el día que se lo regale no
me lo tire a la cabeza.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy
Carorina Heruera... ¡así se pronuncia eso, hombre!
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