SI el engendro del demonio Abubakar Shekau, líder del grupo islamista Boko Haram, hubiera secuestrado a 200 congresistas occidentales de visita en Nigeria, la comunidad internacional se habría movilizado de forma inmediata. Un comité analizaría la geoestrategia de la zona y enviaría el informe al organismo de apoyo a la subsecretaría de crisis de la ONU para que una semana de estas, tras las vacaciones de verano posiblemente, lo estudiaran.
Claro está que si el elemento de la metralleta se grabara un vídeo anunciando que va a subastar a los políticos como esclavos, objetos sexuales y suministradores de órganos para el mercado negro, la cosa se aceleraría considerablemente. En ese caso, el informe, incluido en los resúmenes de prensa, se entregaría al director del comisionado de la comisión. Así, el nivel de alerta pasaría de amarillo a quisquilla en la escala Melapela.
No obstante, si alguno de los congresistas hubiera conseguido escapar y anunciara que son sodomizados hasta quince veces al día, la cosa cambiaría de castaño a oscuro y es entonces cuando Michelle Obama se fotografiaría con un cartel reivindicativo. Acto seguido, la comunidad internacional, visiblemente enojada, abriría una cuenta en change.org para recoger firmas en favor de la libertad de los detenidos, a ser posible, con todos sus riñones. Pero como las secuestradas son niñas de entre 15 y 17 años y del Tercer Mundo, pues todo va mucho más lento. Si es cierto que Dios es negra, se está luciendo.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu participación...