Cuando era pequeña se conformaba con cualquier cosa: le regalamos una oveja de peluche y durmió con ella hasta que tuvimos que esquilarla porque tenía pulgas. Me refiero a la oveja, claro está. A continuación nos pidió algo vivo y consiguió sus primeras moscas efímeras que, como su nombre indica, le duraron muy poco. Para compensar, le regalamos bichos bola, gusanos de seda, luciérnagas, mariposas y otras cosas que reptaban por el jardín. Podía jugar con ellas, pero no meterlas en casa.
Pasó el tiempo y se hizo más exigente. Así consiguió los peces y los hámster, que nos deshilacharon las colchas y el sofá;y la tortuga de agua, a la que tuvimos que meter en la bañera y nos mordía cuando nos duchábamos porque no la gustaba el champú. De pronto, se aficionó a los animales virtuales y desapareció durante años en su cuarto abducida por los videojuegos. Y ahora que ha salido anhela una mascota que le divierta, con mucho pelo para acariciar, aunque tenga que lavarla, peinarla y sacarla al parque para que haga sus necesidades y se relacione con otros de su especie. Le he sugerido que se eche un novio hipster, que cumple todos esos requisitos con solvencia. Espero que me haga caso y se conforme, porque si está hablando de un perro me negaré en redondo, ya que terminará queriéndolo más que a mí y no podría soportarlo. Aunque siempre me quedará ladrar, no sé si me comprenden.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu participación...