viernes, 24 de octubre de 2014

No inventé Twitter por poco...¡Qué ocasión perdida!


Embrión,Twitter,veo muermos

LA fortuna suele pasar por delante de nuestras narices sin que nos demos cuenta. En mi caso fue en 1980. Trabajaba de sufrido redactor de sucesos que lo mismo se desayunaba con un accidente laboral en Altos Hornos que con la explosión de una bombona de butano en Bilbao la Vieja en la que había muerto un loro y toda la escalera lo velaba en el portal. Los días tranquilos iba a la comisaría de la Policía Nacional de Indautxu. Allí, en un cuartucho con una mesa y una silla de formica, similar a las de una sala de interrogatorios, algún anónimo funcionario dejaba las copias hechas con papel carbón de las denuncias recogidas el día anterior. 
Todavía no se había extendido la epidemia de los gabinetes de prensa que diezmó irreversiblemente el periodismo de calle, por lo que era obligado ir a la fuente. Aquel manojo de hojas, inexplicablemente, era un portento de concisión. Una de ellas decía: “M. R. Atraco Peletería Mari. Iparraguirre 32. Hombre moreno. Arma blanca. Doce abrigos de visón y 550 pesetas”. Otra informaba de “Josefa M. Viuda. Toco mocho. Alameda de Urquijo. Dos mil pesetas” y así. 
Tenía ante mis ojos el embrión de Twitter y no caí en la cuenta. Habría bastado con esperar unos años a que se extendiera internet y se inventaran los smartphones para haberme hecho multimillonario. Y asociándome con el madero, seguro que habríamos inventado también Facebook, porque él ya tenía todas las fotos en la comisaría. ¡Qué oportunidad perdida!
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

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