viernes, 16 de agosto de 2013

Por ahí vienen Ano, Etaira y Calamandra



UN alto tribunal panameño ha firmado una ley que permite cambiar el nombre a quienes se llamen Aduana, Ano, Calamandra, Anexo, Andamio o Culicia. Por lo que se ve, los panameños tienen una imaginación desmedida y han conseguido que el registro civil de la capital atesore 176.000 nombres de pila, algunos de ellos tan sonoros como Anemia, Etaira, Carne, Caperucita, Amperio, Aeropajita, Lassie o Criterio. Sin embargo, lo más chocante es la cantidad de niños que reciben el apelativo de marcas comerciales, e incluso, de electrodomésticos, sin que a sus padres les amilane tener un hijo que responda a Chanel, Alitalia, Bayer, Airlines o Panasonic, este último en memoria de aquella televisión que tan buen resultado les dio. 
Poner nombre a un hijo es una gran responsabilidad en cualquier parte del mundo salvo en el municipio burgalés de Huerta del Rey, donde los padres proponían uno y el secretario del ayuntamiento escribía el que le daba la gana según el día y el martirologio cristiano. Desaparecido el peculiar secretario, los habitantes del pueblo decidieron seguir con la tradición y ahora su habitantes parecen el elenco de Ben Hur. 
Esto me lo contaba mi amigo Sicilio Marino, junto a sus hijos Herón y Licia, mientras ojeaba el apartado de defunciones y nacimientos de DEIA donde Dolores, Juan, Justa, María, Esperanza o Santiago entregaban el testigo vital a Aitziber, Luken, Eneritz, Nahia o Yerai. Y los leía con envidia, el tío.
Josetxu Rodríguez

2 comentarios:

  1. Ja, ja, ja, ja!!!!
    Y yo que creía que había ganado el concurso en el curro cuando recopilaba nombres sudamericanos!.
    Mi candidata (y ganadora) era Daisy Emperatriz, pero me acabas de destronar cruelmente con este recopilatorio.
    Anlinber

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