viernes, 20 de enero de 2012

La niña quiere tetas nuevas




LOS padres se han enterado por Tuenti de que su hija de 16 años quiere ponerse tetas, ¡ya ve usted qué disgusto! Todas esas clases particulares que la joven ha estado impartiendo durante un año tenían como fin recaudar los 5.900 euros que le costará la operación. Y no hay forma de que cambie de opinión.
"Cariño, no lo entiendo", le dice su aita. "Si ya tienes dos y están colocadas en su lugar preciso, ¿para qué quieres más?", le comenta acongojado, mientras se la imagina con el aspecto de la mutante de tres pechos de Desafío total. Pero ella insiste. Dice que no dan la talla y que quiere que su novio se sienta orgulloso. "Puedes comprar los implantes y se los regalas para que los toque en casa. Que estas cosas no se ponen con cremallera; ahora las meto, ahora las saco". Y le explica la historia de Jean-Claude Mas, que inició su carrera vendiendo coñac y salchichones y acabó montando un imperio gracias a la empresa de prótesis mamarias PIP, hechas con silicona industrial y que son retiradas en todo el mundo por el riesgo para la salud. Pero lo dice sin convicción, porque ha leído que cada 12 minutos una mujer se inserta pechos en alguna clínica del Estado.

Es la ley del péndulo mamario: de la exuberancia de las chicas Bond y Los Ángeles de Charlie en los 70 y 80 se pasó a la austeridad de Kate Moss en los 90. Ahora regresan las nenas-globo con Lara Croft a la cabeza. En pocos años cobrará sentido el diálogo de Sexo en Nueva York:

- "Tus tetas son muy extrañas al tacto".

- "Claro, son reales".

Josetxu Rodríguez

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